Todo vino siempre de la noche, background inescapable,
madre de mis criaturas diurnas. Mi solo psicoanálisis posible
debería cumplirse en la oscuridad, entre las dos y las cuatro
de la madrugada -hora impensable para los especialistas.
Pero yo sí, yo puedo hacerlo a mediodía y exorcizar a pleno
sollos íncubos, de la única manera eficaz: diciéndolos.
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Todos siempre tenemos algo para decir...