sábado, 17 de noviembre de 2012


Son casi las seis post merídiem, recorro el escritorio, el cuarto, el paisaje mas allá del vidrio sucio, el reflejo del sol que se mete por la ventana y me achina los ojos… oigo silbar la pava, zumbar los autos, teclear las teclas. La música en pausa, Miles Davis con anteojos gigantes, en vivo en Montreaux, trompeteando sonidos incoherentes, atados por un viaje astral difícil de comprender tan temprano, tan sobrio.
Hojeo unos libros, me limo las uñas, preparo el mate con la paz del ocio total. Una frase en latín dispara como maldición la respuesta que buscaba para quienes se apresuran a meterme en cajones, en moldes, en formularios y catálogos… no comulgo…  “Honi soit qui mal y pense”, vergüenza, mal, que les caiga el merecido.
Como todas las tardes me anudo un objetivo imposible… de vez en cuando es no amarte, o amarte menos, dejarte, hacerte sufrir, escucharte rogar, mover algo adentro de tu cuerpo, ese cuerpo lleno de piel y engranajes y contradicciones y recuerdos… otras veces es escribir, escribirte, describirme, escribirme nueva, como análisis, como recopilación o como huella. Hoy es ser, entre tanta bomba, mercado, calor, odio, photoshop y destiempo: SER. Cortito y al pie, imposible como todos.

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